En 1927 los exploradores ingléses Conrad Percy y Sir Archivald Fortune llegaron a la colonia británica del Congo a explorar las márgenes del río Lulonga, atraídos por las histórias de los nativos acerca de la existencia de depósitos de oro y diamantes en la región.
Pero tras varias semanas de remontar las aguas del Lulonga en canoa, trasportando toneladas de equipo topográfico, Percy y Archivald, guiados por los pigmeos nativos no hallaron absolutamente ni una onza de los preciosos minerales que vinieron a buscar. Sin embargo se encontraron con una historía sorprendente. Al llegar a un recodo del río, los pigmeos se negaron a seguir avanzando, argullendo que más allá era lel hogar del Mokele Mbembe, una criatura que describieron con un tamaño mayor al de un elefante, con cola y cuellos largos y musculosos y una pequeña cabeza, algo llamativamente similar a un dinosaurio saurópodo.
Asombrados por la historia, Percy y Fortune decidieron continuar, junto con un grupo de pigmeos que se animaron a seguirles. Tras cinco dias de viaje, para alivio de los pigmeos, no avistaron nada, pero en la mañana del sexto día, en la margen norte del Lulanga, a pocos minutos de continuar el viaje, Conrad Percy quien se había internado unos metros en la selva, se encontro cara a cara con el Mokele Mbembe. Percy, quien siempre llevaba su cámara fotográfica tomo una serie de instantáneas.
Describió que la criatura, de unos 5 metros de altura y unos 8 metros de largo, se encontraba pacíficamente alimentándose de plantas nativas y que, a pesar de notar la presencia del británico, le dio poca importancia, casi ignorándolo.
Percy retornó exitado al campamento, a buscar a su compañero, pero cuando regresaron los dos la criatura ya había desaparecido.
Al retornar a Europa, se revelaron las fotos de Percy, y tan solo en una (la fotografía de la izquierda) se pudo observar lo que parece el cuello y el lomo de una criatura muy similar a un dinosaurio.
Percy retornó a Africa en tres oportunidades más, ya no para buscar diamantes, sino para seguir la pista de Mokele Mbembe, pero lamentablemente jamás volvió a cruzarse con la elusiva criatura. En 1938, Conrad Percy murió en el corazón del Congo, víctima de la malaria, sin embargo su fotografía de 1927 perdurará por siempre como evidencia de que todavía caminan sobre la faz de la Tierra criaturas que se creían extintas hace millones de años.
Asombrados por la historia, Percy y Fortune decidieron continuar, junto con un grupo de pigmeos que se animaron a seguirles. Tras cinco dias de viaje, para alivio de los pigmeos, no avistaron nada, pero en la mañana del sexto día, en la margen norte del Lulanga, a pocos minutos de continuar el viaje, Conrad Percy quien se había internado unos metros en la selva, se encontro cara a cara con el Mokele Mbembe. Percy, quien siempre llevaba su cámara fotográfica tomo una serie de instantáneas.
Describió que la criatura, de unos 5 metros de altura y unos 8 metros de largo, se encontraba pacíficamente alimentándose de plantas nativas y que, a pesar de notar la presencia del británico, le dio poca importancia, casi ignorándolo.
Percy retornó exitado al campamento, a buscar a su compañero, pero cuando regresaron los dos la criatura ya había desaparecido.
Al retornar a Europa, se revelaron las fotos de Percy, y tan solo en una (la fotografía de la izquierda) se pudo observar lo que parece el cuello y el lomo de una criatura muy similar a un dinosaurio.
Percy retornó a Africa en tres oportunidades más, ya no para buscar diamantes, sino para seguir la pista de Mokele Mbembe, pero lamentablemente jamás volvió a cruzarse con la elusiva criatura. En 1938, Conrad Percy murió en el corazón del Congo, víctima de la malaria, sin embargo su fotografía de 1927 perdurará por siempre como evidencia de que todavía caminan sobre la faz de la Tierra criaturas que se creían extintas hace millones de años.
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