Los OVNIs de Hitler.



Los primeros reportes de avistamientos de platillos voladores datan de 1947. ¿Pero son estas naves interplanetarias tripuladas por seres extraterrestres? ¿O puede ser que su origen sea mucho más cercano, como la Alemania nazi de Hiler? No hay ninguna duda de entre 1940 y 1945 los ingenieros alemanes trabajaron en el desarrollo de naves con formas de platillos. ¿Pero cuales eran las capacidades reales de estas aeronaves?


Platillo volador despegando durante un desfile militar nazi.

En 1929 miembros de la sociedad secreta Thule, una sociedad ocultista Alemana, integrada por importantes miembros del partido nazi, forman otra sociedad secreta, la Sociedad Vril, integrada por expertos en lo paranormal, psíquicos y destacados mediums de Munich. Se dice que estos personajes, entre quienes se encontrarían Alfred Von Stepthoff, Johann Grauben y Wilhelm Jost, entre otros, habrían desarrollado teconología capaz de canalizar campos de fuerza antigravitatorios, que permitirían construir naves capaces de alcanzar velocidades y altitudes increíbles.
Según algunas fuentes en 1944 habría volado por primera vez la primera de estas naves, el prototipo Vril-1 (derecha). Testigos afirman que este aparato alcanzó con facilidad los 2000 km/h en su vuelo inicial, y una altitud de 780 m. El aparato, de unos 4 metros de diámetro, no estaba armado y apenas tenía capacidad de transportar a una persona. Por estas limitaciones se desarrollo a continuación el Vril-2 (izquierda), una aeronave del doble de tamaño, con capacidad para transportar 3 pasajeros a unos 5000 km/h y alcanzar altitudes de 10.000 metros. Sin embargo problemas de rendimiento en el motor habrían causado que se abandone el proyecto. El modelo final fue el Vril-3, una nave similar al Vril-2, pero armado con una ametralladora MG-80. Pero la reducida capacidad de pasajeros y armamento llevó a desarrollar naves aún más grandes. Asi fue como nació el programa Haunebu.
Se dice que la primera nave diseñada, Haunebu-I, tenía unos 12 metros de diámetro y podía transportar 10 soldados completamente equipados al campo de batalla, a velocidades cercanas a los 3000 km/h. El Haunebu-II (derecha) fue un desarrolló de la primera nave, pero llevaba montada la torreta de un tanque Tiger IV, lo que en teoría la convertiría en una plataforma de artillería ideal. Sin embargo los ingenieros alemanes nunca pudieron resolver el problema de la inestabilidad debido al disparo del cañon, por lo que el proyecto se abandonó.
Sin embargo aun faltaba la más espectacular de las naves nazis. En 1945 aparecería el Haunebu-3, una nave de 60 metros de diámetro, que podía alcanzar los 7000 km/h y, lo que es más sorprendente, gracias a su motor antigravitacional y a avanzadas técnicas para soporte de vida, podía salir al espacio exterior sin ningún inconveniente.
Según algunas fuentes, bastante confiables, tres meses antes del suicidio de Hitler, uno de estos platillos habría alcanzado la órbita lunar, y un mes más tarde otra expedición habría alcanzado y caminado sobre la superficie lunar, 24 años antes que las misiones Apolo de la NASA, como lo demuestran estas fotografías que habrían sido tomadas sobre la superficie de nuestro satélite.

Los Astronautas de Fergana.

Muchos ufólogos proponen la teoría de que en tiempos prehistóricos los seres humanos fueron visitados por alienígenas, quienes ayudaron tecnológicamente a estos hombres de neanderthal a evolucionar para ser lo que los seres humanos somos hoy en día.

Una aplastante evidencia de esta teoría son las pinturas rupestres del Valle de Fergana, en el corazón del actual Uzbekistán. Estos dibujos artísticos fueron datados por científicos de la Universidad de Kiev mediante técnicas de datado de carbono 14, que arrojaron unos 12.000 a 13.000 años de antigüedad. Pero lo más interesante es lo que se puede apreciar en ellos, figuras humanoides con escafandras, cláramente similares a los trajes de los astronautas de hoy en día, probando que nuestros antepasados simiescos se encontraron cara a cara con seres de otros mundos, vestidos con trajes espaciales.
Pero entre todas las pinturas hay una que destaca sobre las demás (derecha). El Astronauta de Fergana, como fue bautizada por Lubomir Polikarpov, el famóso ufólogo ruso, es una inmejorable evidencia del contacto alienígena en la prehistoria. En ella se puede ver en el fondo una nave espacial con forma de platillo, con sus retropropulsores encendidos. Junto a esta, en el suelo, se aprecia la figura de un extraterrestre enfundado en su traje espacial que le permite respirar en la atmósfera terrestre. Vale la pena también destacar que el suelo ajedrezado sólo pudo haber sido realizado teniendo conocimientos básicos de perspectiva, algo que de ninguna manera poseían los neanderthales... hasta su encuentro con estos seres, claro esta.
Pero lo que más se destaca del grabado es la imágen en primer plano, a la izquierda. Claramente se puede observar a uno de estos seres, sin su escafandra espacial, tal como se debieron haber mostrado a nuestros antepasados, hace no menos de 12.000 años.
Finalmente, como frutilla del postre e interconectando con otra historia que presentamos hace algunos días, el alienígena sostiene en su mano un objeto inconfundible: un disco Dropa. Polikarpov tiene la teoría de que estos alienigenas pertenecían a la misma civilización que se estrelló en el Tibet, dando origen a la leyenda de los discos Dropa, pero cree que pertencen a una expedición anterior, destinada no a los Himalayas, sino al Asia central, expedición que llegó, realizó su misión y luego partió a su planeta natal.
¿Será posible que nuestra tecnología y sapiencia actual hayan sido impulsadas por seres de otras galaxias? Cada vez hay más evidencias de que esto asi ha sido. Tenemos a los discos Dropa, las pinturas rupestres de Fergana y quien sabe que nuevos descubrimientos sobre estos visitantes del pasado encontraremos en un futuro cercano.



 


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